jueves, 5 de enero de 2017

Historias concurso grupo Overwatch Latinoamérica


¡Hola a todos! En esta oportunidad les traigo las historias que participaron en el concurso de Overwatch. Ya que el grupo funciona de forma distinta a las páginas, pensé en recopilarlas aquí para que no se pierdan. ¡Qué las disfruten!PD: Están basadas en las láginas 10 a 12 del cómic 'Reflections' https://comic.playoverwatch.com/es-mx/tracer-reflections


'La historia de navidad de Overwatch' por Dany Rojas

Sólo se escuchaban disparos, sangre y muerte, el último disparo de Ana que decidía entre la vida y la muerte de Jack, al final decidió la muerte de nuestro soldado, Ana fue directo hacia el y Jack le dijo "Hiciste lo correcto, eres todo una soldado" mientras sus ojos cerraban lentamenta y Ana lloraba y cuando llego el equipo completo de Overwatch, fue un silencio siniestro y lleno de tristeza, la Navidad que supone sería feliz término con la muerte del Soldado 76.

6 meses antes de la muerte Jack.

Ana y Jack investigan durante las épocas navideñas, los demás miembros estaban en paz y disfrutando de la época. Mientras Ana y Jack investigaban descubrieron un Omnico que estaba siendo construido para destruir a sus pares, cuando el Omnico fue activado mato a sus creadores, Jack y Ana decidieron detenerlo, pero sus esfuerzos fueron en vano, tuvieron que huir. Para poder detenerlo Ana y Jack no tuvieron más opcion que pedir ayuda a sus antiguos compañeros de Overwatch que estaban en festividades navideñas, pero sin revelar sus identidades consiguieron la ayuda. Overwatch reunido parcialmente fueron a detener al Omnico más poderoso, pero el resistió, al Omnico no le quedaba mucho, pero iba a destruir una bomba nuclear que servía como reactor de energía para la ciudad, Jack quien era el único en pie, fue a detenerlo en su último lástima al Omnico pero este lo lanza y entonces Ana tiene dos opciones curar a Jack antes de que muera o eliminar al Omnico la vida de millones de personas que viven en la ciudad o la de Jack, y Jack grito "Ana es tu deber y es lo que tienes que hacer" en su último suspiro Ana tomo su decisión.


Historia corta por Sofia Miranda Bocanegra

Pocos recuerdan ese año, tal vez porque la guerra omnica había dejado malas memorias para los pobladores. No es coincidencia que Nochebuena se empareje, con el solsticio de invierno, como la noche más larga del año. Es época de frío, nieve, oscuridad y largas noches para algunos.

Es el momento perfecto para que dos sentimientos se encuentren, remordimiento y añoranza. Las calles de Dorado se encontraban húmedas, techos llenos de charcos de agua y un rio que bajaba hacia la alcaldía brotaban de las alcantarillas. La lluvia no era excusa para algunos pobladores, un joven matrimonio alcanzaba el ultimo local abierto, sus compras de navidad se habían aplazado por el trabajo de su esposo. 

Niño: ¿Es mi regalo de navidad?
Madre: Si hijo, cuídalo y espero te guste.
Padre: No olvides que aún falta ver a tu abuelita.

El chaparrón los acompañó durante su camino hacia el centro del pueblo de Dorado. Eran casi la medianoche y faltaba poco para llegar - ¿has escuchado eso?, dijo el padre. - ¿Qué cosa?, Siento como si alguien nos siguiera- dijo la esposa con cierta inseguridad. 

Su interior percibía algo familiar, pero no sabía cómo explicarlo. Es como si alguna parte de ella faltará, – Siempre me pasa en navidad en estas fechas, tengo un cosquilleo en mi interior – Dijo la esposa mientras de reojo volteo hacia el callejón oscuro del fondo.

Ella no estaba equivocada, alguien la observaba. Esa sombra oscura que vagamente la acompañaba durante Navidad para resurgir en ellos esa añoranza de los viejos tiempos. Los dos sabían que había algo más que recuerdos, algo más que pudo haber sido una triste historia si uno de ellos no hubiese cometido el error. Reaper sabía que no podía acercarse, o ella correría peligro, su única esperanza era solo verla a salvo y con una vida nueva. Una vida que el ya no le podría ofrecer. Solo le quedaba la costumbre de verla todos los años en Nochebuena y tratar de remembrar los momentos junto a ella. 

¡Biiiip! ¡Biiiip! -Reaper ¿estás ahí? he localizado a Katya Volskaya, debemos aprovechar estas fechas para infiltrarnos. ¿Reaper?...



Historia corta por Andre Trassante

Genji observaba la noche sobre la montaña Nepal. Con una mirada de nostalgia y tristeza, recordando viejos tiempos y momentos en los que la había visto por última vez. Pasaría más una navidad solo, pero escucho la voz de su maestro detrás giro al verle.
-Recuerda las estrellas aquí están allí, es momento han pasado años Genji
Su maestro le acompañaría mientras redactaba la carta haciendo que llegara a tiempo a manos Mercy, quien se encontraba ayudando a enfermos y heridos en un campamento, una sonrisa con una lagrima de felicidad cayo en años pegando aquel papel al pecho



Historia corta por Jordi Guerrero

Bueno, debe ser hora en alguna parte del mundo. 

McCree se encontraba sentado al extremo izquierdo de la barra, mientras observaba su Pacificador con plena tranquilidad. 

-¿Señor? Aquí tiene… eh, ¿señor?-. 

-Sí, claro. Póngalo a un lado. Gracias-. 

El Bar se encontraba completamente vacío, a excepción del dueño, un hombre de entre 60 y 70 años, y de él. No obstante, algo le impedía pensar que las cosas estaban mal. Se sentía observado. 

- Sabe, cuando me pidió un shot no creí que se refiriera a eso-. 

El dueño señaló el revólver de McCree con la mano derecha, cubierta por un pequeño trapo que usaba para limpiar y secar los vasos. 

- No se preocupe. Sólo lo uso cuando hay que repartir justicia. Y a menos de que me cobre de más…- McCree llevó el vaso a su boca y dio un sorbo. –Esta botella de tequila será lo único de lo que haga shots-. 

El anciano soltó una carcajada y siguió limpiando los vasos restantes. 

-Supongo que el espíritu navideño no llega a algunas partes-. 

No hay nada que celebrar. Al menos no aún. 

Siguió bebiendo de su vaso hasta terminárselo. Hizo una mueca de satisfacción y desagrado, y estiró el brazo para alcanzar la botella. 

-Me temo que si hace eso, tendré que cobrarle la botella completa-. 

Dinero, pensó, al mismo tiempo que alguien abría a sus espaldas la puerta de la entrada. 

Se detuvo y se preguntó si robar un banco no contaría como justicia. Al fin y al cabo las grandes corporaciones tenían un exceso de recursos en su poder, y no compartir un poco de su “espíritu navideño” era un crimen. 

Ni hablar. No quiero parecerme a esos locos en Australia. 

Apartó la botella y el vaso, mientras deslizaba su mano lentamente hacia su Pacificador. 

-Eso no será necesario-. 

Era la voz de una mujer. Congeló su mano en la pistolera, decidiendo si era amiga o enemiga, preparado para desenfundar si la situación lo requería. 

Tenía una imagen foránea muy inusual. Vestía en su mayoría de un color morado admirable, incluyendo su cabello. El cual estaba peinado completamente hacia el lado derecho. Una apariencia bastante extravagante para alguien que quisiera pasar desapercibida o causar problemas. No era el estilo de Talon. 

No obstante sus características fisiológicas encajaban con gran parte de los locales. Esto lo tranquilizó un poco. 

-Relájate. Estoy aquí por las mismas razones que tú. O eso quiero creer-. 

Caminó hacia el extremo derecho de la barra y se sentó en un banco. Subió el brazo derecho, reposó la mejilla sobre su mano y señaló a McCree con la otra. 

-Anciano, dale un especial.- Sonrió –Y a mí una cerveza. Ya sabes cuál-. 

La extraña siguió observando a McCree mientras el dueño del bar le servía un vaso de cerveza y proseguía a caminar hacia la parte trasera de la estantería de bebidas, pero el vaquero ni se inmuta. Al fin y al cabo llevaba sintiéndose así desde hace mucho tiempo. Aunque ahora la sensación se había aligerado un poco, tal vez por el alcohol. 

Lo más que pudo hacer fue una reverencia con el sombrero. 

-Un acto muy amable de tu parte. Yo compartiría esa generosidad con mi propia familia, si me lo preguntas-. 

-Vamos.- Soltó una carcajada – Por favor, los únicos que vienen a este lugar son los desahuciados y pobres diablos. No por nada se llama El Muerto. – Giró su cuerpo en dirección a la puerta, levantó su vaso y fijó su mirada en el líquido oscuro que oscilaba dentro. 

–Nuestra única familia es el alcohol-. 

McCree no pudo evitar dirigir su mirada al vaso vacío al lado de él. Se sentía casi culpable de lo cierto que podía llegar a ser esa aseveración. 

-Lamento la demora, casi está su orden-. 

El dueño regresó a la barra cargando un tarro con sal y un pedazo de limón, casi lleno de un líquido marrón amarillento, añadiéndole cerveza de una fuente que se encontraba en el centro. 

-Mucho esfuerzo para un poco de sal y limón, ¿no es así?-. 

-Oh, no. Esto es para mí.- Tomó un gran sorbo de su tarro y esbozó una sonrisa. -Permita que le rellene su vaso. Le añadiré un toque extra a petición de la señorita.- 

El dueño del bar giró hacia la estantería, tomó un pequeño frasco y vertió unas gotas fosforescentes verdes al vaso con tequila y lo dejó al alcance del vaquero. 

-No se preocupe por el color. Véalo como un toque de limón diferente a lo habitual. De todos modos el color normal del tequila retornará en unos minutos. Espero le agrade.- Tomó unos cuantos sorbos más de su vaso con cerveza y siguió con la labor de limpieza. 

McCree tomó el vaso y mantuvo la mirada en el color inusual de la bebida. 

–Secreto de la casa, o eso dice él. De cualquier forma, sabe bien-. 

Acercó el vaso a su cara y lo olfateó un poco, por si acaso. 

Pegó sus labios y dio un sorbo rápido. No tenía mucho de especial al principio, pero el sabor del limón pronto se intensificaba, combinándose muy bien con el tequila. 

-Uhm, nada mal. Creo que debería venir aquí más seguido-. 

Mientras terminaba la frase vio de reojo cómo la extraña dibujaba una gran sonrisa en el rostro y sus ojos se centraban en él, ahora con una expresión más burlona. 

McCree sintió un gran escalofrío recorrer su cuerpo. Apartó el vaso y se mantuvo alerta. 

-Pero, ¿sabes? Me sorprende un poco ver a alguien como tú aquí.- La extraña giró su cabeza en dirección a él. McCree entendió rápido que había cometido un gran error. 

-¿Frustrar un asalto de Talon a un hipertren sólo y después escapar de la policía? Tú sí eres algo más…- 

Se levantó del banco rápidamente y llevó su mano derecha a su Pacificador. 

-…Jesse McCree-. 

La mujer justo terminó de decir tal nombre cuando el barril del gran revólver ya estaba completamente alineado con su frente. 

-¿Quién eres?-. 

-Woah, alto ahí, vaquero-. 

Hizo un gesto a McCree con su mano derecha y con la otra llevó su vaso de cerveza a la boca. Tomó un gran sorbo. 

McCree mantenía su dedo índice en el gatillo, firme, esperando. 

-Puedes llamarme… Alejandra. La mayoría lo hace. Y, sobre lo que quiero…-. 

El rostro de ella, que hasta ahora se había mantenido con expresiones vivas y burlonas se tornó serio. 

-Afloja, no te quiero a ti, aún no-. 

Lo volteó a ver. Su mirada era amenazante ahora. 

-Quiero al resto de ustedes-. 

McCree no dudó en jalar el gatillo. Y hubiera sido una escena digna de una película, de no ser porque su mano no respondía. Parecía paralizada. No, en realidad lo estaba. 

-Qué… ¿Qué me hiciste?-. 

Dejó caer el Pacificador mientras perdía el equilibrio, tambaleando, hasta finalmente quedar en el suelo. 

-Jorge, levántalo. Que esté un poco presentable cuando el gruñón llegue, al menos-. 

Desvió la mirada hacia el tarro del dueño. 

-Y dame un poco de esa cosa que estás tomando-. 

-Enseguida, señorita Sombra-. 

Un apagón repentino oscureció el bar, dejando resplandeciendo únicamente unos rectángulos fosforescentes que rodeaban el cuello del dueño. 

-Pfft… compañías de energía-.

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